Capitulo 8.



Bárbara quitaba con desesperación los botones de la camisa de Santos quien también luchaba por quitar los de ella.

—Al diablo.—Murmuró Santos separando sus labios de los de ella para tomar aire y por fin arrancar de manera rustica los botones de su camisa. Bárbara sonrió mientras hizo lo mismo.

Santos la llevó cargada a su cama.

—Te amo.—Murmuró él mientras besaba su torso y pasaba su lengua por donde cualquier lugar.—Eres mía.

Bárbara se encontraba jadeando sin parar, lo había extrañado demasiado.
Santos bajó lentamente su pantalón junto con las bragas.

—No juegues.—Gruñó ella.

—Te extrañé tanto.—Acarició con sus dedos su clítoris haciendo que ella brincara levemente en la cama. Santos sonrió.

—¡Santos!

Santos se quitó sus prendas con rapidez y se acomodó entre sus piernas mientras entraba en ella con fuerza.

—Joder.—Gruñó.—Dios, nena, te amo.—Murmuró mientras devoraba sus labios.

***

—¿Estás dormida?—Preguntó Santos después de unas horas, ella estaba recostada en su pecho descansando después de varios asaltos.

—Aún no.—Bárbara besó su pecho.


—Estás muy callada.—Se extrañó Santos ganándose un mordisco en el pecho, cosa que disfrutó.


—Estaba pensando en que he vuelto a caer contigo, Luzardo.—Bárbara se acomodó para ver su cara. 


—Por Dios, Bárbara.—Santos suspiró.—Estoy tan feliz de que hayas vuelto a caer.—Los dos rieron.


—Espero que esta vez no te comportes como un reverendo idiota.


—Creí que era un pelele.

—Eso también.—Santos la besó nuevamente, había extrañado todo de ella. Su sabor, su lengua, su saliva, su humor negro. Todo. Santos aprovechó de morder su labio inferior haciendo que Bárbara brincara de la sorpresa y gimiera.


—Te dije que volvería a morder tu labio.—Dijo Divertido. Bárbara rodó los ojos resignada.

 Bárbara y Santos durmieron abrazados lo que quedaba de noche.

A la mañana siguiente:

Bárbara despertó con Santos enrollada en ella, Santos tenía sus piernas entrelazadas con las de ella y sus brazo a su alrededor.
Bárbara tenía calor pero no se movía, se dio la vuelta para mirarlo se veía tan dulce dormido.
Santos hizo un movimiento de querer despertar y Bárbara se quedo en su sitio inmóvil, pero para su mala suerte unos ojos marrones estaban muy abiertos y mirándola con interés.

¿Qué pasa?.Pregunto Santos pasando sus manos por sus ojos cansados.

Nada, sigue durmiendo.—Le sonrió ella inocente. Santos recostó su cabeza en el pecho de Bárbara y volvió a dormir.


---

Alex estaba desayunando cuando su hija despertó y fue con él.

Buenos días padre.Mónica le dio un abrazo con su habitual sonrisa.

Buenos días, primogénita. Dijo él con su sonrisa.¿Cómo amaneces? 

Bien ¿y tu?

Bien. ¿Qué planes tienes para hoy?.Mónica se sentó en frente de el y tomó un vaso con jugo.

No sé iré a ver que hacen Bárbara y Marisela.Se encogió de hombros.

Creo que tendrás que ir solo con Marisela.

¿Por qué lo dices?.Alex se levanto y se puso su chaqueta.

Porque Bárbara le dio una oportunidad a Santos—Avisó antes de salir. Mónica estaba boca abierta-.Adiós, pequeña.

—¡ESPERA NO PUEDES IRTE DEJÁNDOME ASÍ! ¡PAPÁ!—Gritó inútilmente.—Bueno, este arroz ya se coció.—Dijo feliz mientras corría a su cuarto para arreglarse.




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Marisela estaba dormida hasta que el golpe de la puerta la hizo despertar, se puso su bata y salió.

Voy.—Gritó mientras caminaba modo zombie. Abrió la puerta y era Mónica con una gran sonrisa.

Supongo que aun no te enteraste.—Dijo al verla todavía en pijama.

—¿De que?.—Murmuró frotándose los ojos.

¿No sabes por qué Bárbara no pasó la noche aquí?

—¿No la pasó?—Se preguntó. Mónica rodó los ojos divertida.

Bárbara... volvió con Santos.Marisela se despertó del tiro.

—¡Aleluya!—Gritó haciendo que Mónica riera.


---

Bárbara estaba despertando nuevamente, pasó su mano al lado de Santos y no lo encontró abrió los ojos lentamente y no lo vio solo una rosa y una nota. 

''No quise despertarte, sigue los pétalos...
Te amo.
Santos Luzardo''

Bárbara suspiró mientras sonreía y se levantaba y seguía los pétalos que conducían al balcón. 
Había una mesa con un mantel blanco y platos pero no estaba Santos, ni la comida. 

Bárbara se fue a buscarlo a la cocina y ahí estaba tratando de cocinar, Bárbara se recostó de la pared viéndolo con una sonrisa ya que pensó que era la primera vez que cocina, Santos no llevaba camisa y tenía unos pantalones a modo pijama, Santos levanto la vista y vio a Bárbara y sonrió de inmediato. 

Buenos días, mi amor.Dijo Santos dejando el cuchillo de lado y acercándose a ella.

Buenos días.Bárbara le dio un beso.¿Qué haces?—Preguntó viendo el desorden que tenía Santos.

Preparando el desayuno...creo.Santos era bueno en todo pero en la cocina no tanto
.

Dejame y te ayudo.Bárbara tomó el cuchillo y picó lo que Santos trataba de picar, Santos la miró sorprendido.

¿Como hiciste eso?.-Dijo Santos con un tono de incredulidad en su voz.

Soy mujer y se cocinar, ven y te enseño.Santos se acerco a ella y se puso atrás Bárbara puso sus manos encima de las de el y empezó a picar lentamente, Santos no sabia que cocinar era tan fácil y con semejante tutora más.

—Desnuda y en la cocina... Sólo te hace falta el embarazo.—Susurró Santos haciendo que ella se tensara.

—Esto ya está.—Dijo nerviosa.

Bueno muchas gracias por ayudarme, ahora si vamos a desayunar.Bárbara se dirijo a la mesa y Santos fue detrás de ella con los plato, ambos desayunaron tranquilamente entre risas y alago entre ellos mismo, terminaron el desayuno y Bárbara se iba a arreglar para ir a su habitación.

¿A donde vas?.Preguntó Santos sorprendiéndola.

A mi habitación.—Dijo lentamente sintiéndose como niña pequeña.

No, no señora Guaimarán usted esta muy equivocada, usted no sale de aquí como... en tres días. 

¿Tres?.Bárbara se sorprendió.

Si, tres... aunque si fuera por mi no te dejo salir, pero comprendo que tienes responsabilidades que atender...

Bien pues en ese caso solo me queda...correr.Bárbara corrió por toda la habitación y tras de ella Santos quien la agarro y la cargo llevándola a la habitación y besándola y dejándola en la cama.

—Es usted una mujer muy traviesa ¿No se lo habían dicho?—Preguntó él chupando su cuello.—Pagará muy caro su descaro.—Dijo juguetón.



---

Mónica y Marisela estaban buscando casas, ya habían visto unas cuantas pero Marisela no se decidía por ninguna. 

Bueno te puedes dignar a elegir una, por favor.—Gritó Mónica ya cansada.

Es que no se, ninguna de adapta a mi.-Marisela y Mónica llegaron a el puesto de bebidas de la playa.

—¿Qué te parece una que esté cerca de aquí, de la playa?.Mónica tenía una en mente.

Si, eso me gustaría.Mónica se levantó de un salto.

—Vamos tengo la casa ideal para ti.Marisela se paró confusa.

Llegaron a una casa muy cerca de la playa, ni tan grande pero ni muy pequeña, tenia una vista preciosa y estaba amueblada, a Marisela le encantó.

¿Te gusta?.Preguntó Mónica impaciente.

Si, está hermosa,me encanta.Marisela estaba fascinada.

Es de mi papá, pero ya nunca venimos aquí, si quieres podemos ir y hablar con el, de seguro no tendrá problema.

—¡Si!—Asintió emocionada.

Iban caminando de regreso al hotel cuando un chico que venia corriendo las detuvo algo agitado por haber corrido.


Hola.Dijo tratando de agarrar aire.

Hola...-Marisela y Mónica estaban un poco confusas no lo conocían.

Disculpen que haya venido así pero es que te vi en el puesto de la playa y quede embobado contigo.Se refería a Marisela quien estaba impactada y en seguida se sonrojó.Se que no nos conocemos pero me gustaría algún día salir contigo.Ahora si Marisela estaba en shock, Mónica le dio un ligero golpe con su brazo en el de ella para que reaccionara.

—Oye, como tu lo has dicho no nos...

—Por favor.—Le sonrió.—Prometo que no te vas arrepentir.

—De acuerdo.—Suspiró después de ver a Mónica asentir muchas veces. Diego sonrió aliviado.

Los dos compartieron sus datos.

Bueno hasta mañana en la noche, Marisela.-Se despidió de beso en la mejilla.

Hasta mañana...Diego   


No está mal, es muy guapo.—Comentó Mónica cuando se alejaron de Diego, Marisela se sonrojo.

Cállate y vamos con tu papá.Mónica estalló de risa y Marisela le dio un pequeño golpe que no sirvió para nada por que aumento la risa.

Llegaron con Alex y le platicaron lo de la casa.
A Alex le gustó la idea de vendérsela a ella, había estado pensando por mucho tiempo venderla ya que hacía mucho tiempo que no iba para esa casa y el hecho de que fuera Marisela la nueva dueña le gustó. Sabía que estaría en buenas manos.

—De acuerdo, niñas.—Alex les sonrió.—Marisela con gusto mañana podemos firmar los papeles.—Le guiñó el ojo.

—Eso me encantaría, Alex.—Sonrió.—Gracias.

—Vaya, parece que mañana será el mejor día de tu vida.—Murmuró con burla Mónica ganándose una mirada matadora por parte de Marisela.


---

Bárbara estaba con Santos hablando y riendo Bárbara estaba sentada en la cama con la camisa de Santos.

Te queda bien, eh.Se refería a la camisa. 

—¿Verdad que si?.Se le acercó y le dio un pequeño beso.

—Con o sin ella te ves hermosa.—Le guiñó el ojo.

—Doctorcito, no empiece.—Dijo Bárbara divertida.

—Ven, déjame quitarte un botón.—Se acercó a ella.

—Santos.—Bárbara se alejó.

—Es solo un botón, no tiene nada de malo.—Dijo haciéndose el inocente.—Depende de usted lo que pase después.—Bárbara se rió dejando que Santos quitara un botón haciendo que se viera el centro de su pecho.

Santos se quedó en silencio por unos minutos perdido en sus pensamientos, Bárbara deseó tener el poder de leer mentes para averiguar que era lo que Santos pensaba y porque había fruncido el ceño.

—Amor...—Dijo Santos haciendo que Bárbara lo viera con atención.—¿Cuando volvemos al Arauca?—Dijo nervioso.

Bárbara cabeceó. Eso era lo que tenía a Santos en ese estado.
Sonrió, pensaba dejarle esta fácil al Doctor.

—Cuando quieras.—Contestó haciendo que Santos abriera los ojos como platos sorprendido.

—¿Mañana?

¿No es muy pronto?—Bárbara frunció el ceño.

Te pediría que nos fuéramos ahora mismo, pero por ti soy capaz de esperar la noche y lo que queda de día mañana.—Bárbara rodó los ojos. Santos era un exagerado.

¿Cuál es el apuro, doctor? 

—Me muero por estar en mi casa con mi mujer.-Bárbara soltó una risita.

¿Tu mujer? Que autoritario.

Si, eres mía.Le dio un beso.


—Y yo que pensaba que eras tu aquel que decía que no tenías dueño y blah, blah, blah.—Bárbara rodó los ojos.

—Eso cambió.—Dijo Santos sonriendo.—Como muchas cosas más. Cambiaron para bien.

—Eso espero, mi amor.—Bárbara lo besó.—Ahora, venga.—Le animó mientras se levantaba.—Te invito a cenar.

Interesante propuesta aunque yo prefiero quedarme aquí contigo.Santos hizo pucheros y se cruzó de brazos.

Nos vamos mañana, necesito pasar un poco mas de tiempo con Mónica y Alex.Santos endureció el gestoSabes que Alex solo es un buen amigo ¿verdad? 

¿Por que te ibas a casar con el?.Bárbara se puso pálida por la pregunta no sabia si era buen momento para decirle a Santos sobre el embarazo.

Después te contare eso, solo dame tiempo ¿Por favor? 

Como quieras.Bárbara rodó los ojos.

No te enojes.Dio un paso hacia él.

No lo estoy.Mintió. No le gustaba que le ocultaran cosas.

¿Por favor?.-Dio otro pequeño paso.

Es la verdad, no lo estoy.Santos vio la intención de Bárbara.

¿Si lo estás?.Bárbara ya estaba al frente de él. 

¿Si lo estoy?.Bárbara asintió.—Si, estoy enojado.—Dijo como un muñeco. Estaba embrujado, embobado.

—Si, porque no te gusta que te esté ocultando esto.—Dijo ella lentamente.

—...Si.—Santos frunció el ceño.

—¿Crees que con esto se te pase el enojo?—Bárbara se quitó la camisa dejando ver su desnudez.

—¡Si!—Santos la jaló de la cintura y la besó.


Bárbara se separó de él haciendo que Santos gruñera.


¿Nos vemos abajo?.—Sonrió al ver la cara seria de Santos quien negó con la cabeza-.

Yo voy por ti, en una hora.Bárbara hizo gesto de marinero y le guiño el ojo.—Mejor que sean dos.—Ella lo miró confundida. Santos señaló su erección haciendo que ella riera.


—¿Quieres qué te eche una mano?—Preguntó con doble intensión riendo.

—Largo de aquí.—Santos gruñó.

—Te amo, nene.—Dijo mientras corría a ponerse sus prendas.


-----

Bárbara estaba ya en su habitación arreglándose.
Marisela y Mónica ingresaron con amplias sonrisas deseando que le contara lo que había pasado.

Buenas noches, niñas.Dijo Bárbara aguantando su risa al ver sus caras.

Buenas noches...Señora de Luzardo.Susurró lo último Mónica, haciendo que las tres estallaran de la risa. 

—No exageres.

—Hay algo que quiero contarte.—Dijeron Marisela y Bárbara al mismo tiempo haciendo que Mónica riera.


—Tú primero.—Dijeron las dos nuevamente.

—Vaya, esto si es conexión de madre e hija.—Dijo Mónica haciéndolas reír.

—¡Ya tengo una casa!—Gritó Marisela sin poder esperar más.—Es muy cerca de aquí, Mónica me ayudó a buscarla. 

—Ahora tú, mamita querida.—Se burló Mónica.

—Santos y yo volvemos mañana al Arauca.—Dijo rápido.

—¿¡Qué!?—Gritaron las dos al mismo tiempo sorprendidas.

—¿Tan pronto?—Susurró Mónica con los ojos aguados.

—Si, al parecer hemos estado mucho tiempo lejos de nuestras haciendas.—Susurró Bárbara triste.—Pero vendré de visita, lo juro.

—No será lo mismo.—Murmuró Mónica dejando escapar unas cuantas lagrimas.

—Si no vienes nosotras vamos.—Dijo Marisela abrazando a Mónica.—¿A poco no quieres conocer el pueblo?—Le preguntó a la rubia.

—Si.—Dijo tratando de sonreír.

—Perfecto, mi amor. Las puerta de mi hacienda siempre estarán abiertas para ti.—Le sonrió con cariño.

—Vamos, no hagamos esperar más a Santos.—Dijo Marisela.

-


Ya estaban listas la tres, Santos llegó y tocó la puerta, Bárbara llevaba un vestido rojo y el cabello suelto, Santos llevaba un traje negro con corbata, ambos estaban deslumbrados por la belleza del otro. 

Buenas noches, doctor Luzardo.Bárbara le extendió la mano pero Santos la tomó de la cintura y le dio un beso largo que fue interrumpido, por Marisela y Mónica que estaban mirando con la boca abierta, Santos y Bárbara se sonrojaron.


—Santos.—Las dos chicas saludaron amablemente. Mónica trataba de aguantar para no decir ningún chiste.

—Niñas... No sabía que estaban allí, perdón.—Dijo sonrojado. Bárbara escondió su cara en su pecho. 

—No, tranquilo...

—Tú como si en tu casa.—Dijo Mónica haciendo que Marisela escupiera una carcajada.

—¿Vamos?—Preguntó con fuerza Bárbara.

Las chicas asintieron mientras trataban de aguantar la risa.

—Estás hermosa, mi vida.—Le susurró Santos al oído.

—Tú igual estás muy guapo.

Los tres llegaron al restaurante del hotel. Bárbara observó a Alex en una mesa y se dirigió hacia él con paso firme. Santos frunció el ceño.

—Alex.—Bárbara llamó su atención.

—Bárbara.—Se sorprendió levantando la mirada del teléfono.—Estás hermosa.—La halagó.—Santos.—Le tendió la mano amablemente.

—Alex.—Se la estrechó con fuerza.

—Por favor, tomen asiento.—Los invitó.—Ustedes también están hermosas, señoritas.—Le guiño un ojo a su hija y a Marisela que agradecieron mientras tomaban el asiento que Santos caballeroso les acomodó.

En la mesa se hizo un silencio abrupto, el mesonero pareció notarlo porque fue de inmediato a pedir sus ordenes.
Mónica y Marisela empezaron hablar en general de cosas sin sentido, Bárbara al poco tiempo se les unió y a la final todos terminaron hablando y riendo.
Santos lanzaba chiste que Alex seguía haciendo que la mesa que anteriormente estaba en silencio ahora era la más animada del lugar.

Después de varias horas, la jóvenes decidieron salir a bailar.
Alex se retiró también no queriendo ser un mal tercio. 

Bárbara y Santos se quedaron un rato hablando hasta que ella decidió que era tiempo de hacer sus maletas.


Bárbara estaba sola en su habitación, había colocado la música para no sentirse tan sola y bebía un jugo de naranja.

Tocaron a la puerta y corrió hasta ella para abrirla.

—Alex.—Se sorprendió.—Pasa.

¿Es verdad que te vas?—Preguntó entrando.

—Si...—Suspiró.—No sabía como decírtelo.

—Me alegra mucho de que estés feliz, mi amor.—Alex le sonrió.—No sabes cuanta ilusión me hace el ver esos ojitos brillar así.—Bárbara sin saber porque sollozo.—No estés triste, cariño.—La abrazó.—Nos volveremos a ver, lo prometo. 



—Tienes que visitarme seguido.—Dijo ella regalándole una triste sonrisa.

—Lo prometo.—Alex le secó las lagrimas.—Te traje un regalo.—Le tendió algo que tenía en sus manos.
Bárbara con cuidado lo destapó y observó una fotografía de ella y Alex.



—¿Recuerdas ese día?—Le preguntó sonriendo.

—Claro que si.—Dijo acariciando la foto.—Estábamos tan concentrados divirtiendonos que no le prestamos atención a las fotos.—Bárbara lo miró a los ojos, ese azul cristalino que se habían vuelto familiar, que le gustaban tanto.—Gracias por todo, Alex.—Le susurró.

—No tienes nada que agradecer, hermosa.—Alex sonrió.—Estamos a mano.—Bárbara lo miró sin comprender.—Me voy, tú tienes que terminar de arreglar tus cosas y yo interrumpo.

—Buenas noches, Alex.—Bárbara besó su mejilla.—Te quiero.

—Buenas noches, principessa.—Le guiñó el ojo.—Te quiero más.—Salió.

Bárbara suspiró, lo iba a extrañar mucho. Miró otra vez la fotografía y la besó.
Continuó arreglando sus cosas.

Tocaron otra vez la puerta haciendo a Bárbara rodar los ojos.

—Hasta acá se escuchó tu gruñido.—Se burló Santos.

—Hola, nuevamente extraño.—Lo saludó.—¿Entras?

—Claro.—Santos entró la tomó de la cintura.

—Ya arreglé mis cosas.—Le informó mientras enredaba sus brazos en el cuello de Santos.

—Y yo ya arreglé las cosas para irnos mañana.—Santos la besó lentamente.


Bárbara se alejó de él frunciendo el ceño, un espasmo le recorrió el cuerpo entero haciendo que todo le diera vuelta.

—¿Estás bien?—Preguntó Santos asustado.—Bárbara...—Bárbara no pudo contestar porque cayó inconsciente en los brazos de Santos.

Santos se asustó mucho, la cargó y la llevó hasta su cama. 
Llamó a Marisela por teléfono desesperado para que le dijera que hacer mientras ella iba.

Marisela llegó con Mónica en el momento justo cuando Bárbara despertaba un poco mareada.

—¿Estás bien?—Preguntaron los tres al mismo tiempo preocupados. Bárbara asintió.

—Santos ¿Podrías dejarnos un momento a solas?—Preguntó Marisela.

—No.—Santos se acercó a Bárbara y le tomó la mano.

—Por favor, amor.—Bárbara le sonrió débilmente.—Será un minuto.

Santos suspiró molesto, otra vez secretos...

—Ven, vamos hacerle un té.—Intervino Mónica jalándolo del brazo.

—Es tiempo de que se lo digas.—Soltó Marisela en un susurro.

—No.—Dijo Bárbara frunciendo el ceño.

—Ya van dos veces que te desmayas estando con él.—Dijo Marisela haciendo que entrara en razón.—Por favor, mamá. Las cosas no serán como antes.

—Estoy asustada.—Susurró.

—Lo sé, mamá.—Le sonrió.—Pero él tiene derecho a saberlo.—Bárbara asintió.

—¿Puedes decirle que venga?—Preguntó ella nerviosa.

—De acuerdo.—Le sonrió.—Verás como si lo alegras.—Dijo sonriendo.

Marisela salió del cuarto en busca de Santos, lo encontró con Mónica terminando de hacer un té.

—Santos, ve con Bárbara.

Santos tomó el té en sus manos y fue hasta el cuarto.

—Ten, Bárbara.—Se lo tendió con actitud fría.

—Se que estás enojado y tienes razones para estarlo.

—¿Tú crees?—Preguntó irónico. 

—Bien, te diré el porque estaba a punto de casarme con Alex y las razones de mis desmayos.—Dijo lentamente.

Comentarios

  1. esta divino el capitulo de hoy esperare anciosa el proximo... hay cuando le diga del embarazo q emocion!!!

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