Capitulo 3.



 A la mañana siguiente:


Santos se levanto con dolor de espalda, cuando entro en el comedor vio a Marisela lista y desayunando.

—Buenos días, flojo. Ya era hora de que te despertaras.—Le dio una gran sonrisa.

—Deberías dormir en ese sofá, quiero un café, por favor.—Ordenó con voz ronca.

—Si, Don Santos.—Le dijo Casilda disponiendo hacerlo.

—¡Ve a bañarte, cámbiate, apúrate!.Le decía Marisela.

—Primero mi café, después el baño.—Marisela rodó los ojos.

—No, Santos tenemos pueblos al que ir hoy, mientras más rápido nos vayamos, mas rápido la encontramos.

—Bien, pero cuando baje quiero mi café. 

—Si señor.—Marisela le hizo mueca de militar.




---

Bárbara estaba terminando de desayunar cuando alguien tocó a su puerta. 

—Voy.—Dejó su café y fue abrir, se sorprendió al ver a Alex con una rosa en mano. 

—Buenos días, preciosa.Le dio una gran sonrisa.—Te traje una rosa y una invitación a cenar 

—Muchas gracias, ambas son aceptadas.—Tomó la rosa y le devolvió la sonrisa.

—Me alegra mucho, entonces... ¿Te veo a las cinco?

—A las cinco.—Sonrió mordiéndose el labio.—¿Donde está tú hija?

—Estaba terminando de desayunar cuando vine.

—Bien¿Le podrías decir que me haga un favor? 

—Claro, nos vemos.Alex le dio un beso en la mejilla, se retiro y Bárbara cerro la puerta.



Bárbara estaba pensando en su último encuentro con Santos y se dijo a si misma.

—Ya encontré con quien olvidarte...


---

Santos y Marisela iban en el bongo para ir al uno de los pueblos cercano; Santo estaba pensando en su primer viaje con Bárbara, sonrió con nostalgia.

—¿La encontraremos?—Preguntó Marisela en un susurro.

—Eso espero, Marisela.—Suspiro fuerte.—Si no la encontramos yo me muero.

—Tranquilo, ya veras, todo va estar bien.—Marisela dudaba de sus palabras pero supo disimular con una débil sonrisa.

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Bárbara estaba en su recamara recostada pero fue sacada de sus pensamientos cuando alguien tocó a su puerta. Bárbara fue abrir y era Mónica con su habitual sonrisa.

—Me dijo mi padre que me llamabas.—Dijo entrando y dándole dos besos.

—¿Tú le diste la idea de invitarme a cenar?

—¿Yo? No para nada.—Dijo fingiendo inocencia. 

Flash Back:

—Papá, ¿Qué te parece Bárbara?—Preguntó mientras se sentaba en frente a él.

Es una mujer maravillosa, hermosa, inteligente, graciosa...—Dijo maravillado. Paró en seco antes de continuar alagando a Bárbara y más por la sonrisa de su hija.—¿Por qué quieres saber eso? 

—Por nada, ¿Por qué no la invitas a cenar? 

—¿Tu crees?—Su hija asintió con fuerza.¿Y si no acepta? 

—¿Y si, si acepta? 

—Vamos ve a invítala, guapo.—Le animó.

—Está bien, allá voy.

—Espera, toma.Mónica tomó una rosa muy hermosa y se la dio.

Fin del Flash Back.

—Si claro, ¿Te creo, no? 

—Si....Bárbara le dio una mirada de No-Te-Creo que hizo reír a Mónica.Bien si fui yo.

—Lo sabía, ahora te toca ayudarme a elegir algo.

—¿Aceptaste?—Dijo sorprendida.

Si.

—¡Maldito bastardo no me dijo nada!—Dijo rodando los ojos.—Vamos, tenemos que hacer que te veas mucho más sexy de lo que eres.




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Marisela y Santos habían estado recorriendo varios pueblos.

—Santos por favor detente, hemos recorrido cinco pueblos de pies a cabeza, descansemos.

—No, Marisela no voy a parar.

—Pero no es que pares si no que descanses, mañana iremos a otros pueblos.

—Bien, vamos a comer.

—Vamos.—Sonrió más animada.


---

Bárbara tenía puesto un vertido rojo y su cabello suelto, Alex la fue a buscar a su cuarto, el tenía puesto un traje negro de corbata y camisa de lino blanca, Alex miro embobado a Bárbara.


—Bárbara...Te ves maravillosa.—Le dio un beso a Bárbara en la mejilla.

—Gracias, tú también te ves muy guapo.

—Muchas gracias, ¿Vamos?.—Le extendió el brazo y Bárbara lo estrecho con el de ella.Me envidiaran haya a bajo.

—¿Y eso se debe?

—Por llevar a semejante mujer del brazo.

Pues entonces a mi también me envidiaran las mujeres.—Lo miró con picardía.

Bárbara y Alex estaban cenando y hablando, terminaron de cenar y ya estaban en el elevador.

—Mañana hablamos ¿Bien? 

—Nada me haría más feliz.

—El sentimiento es mutuo.—Bárbara sonrió y se sonrojó cuando Alex le colocó un mechón de pelo tras la oreja.—Ahora me toca invitarlo a usted, señor Ferrer.

—... Me parece bien.—Dijo sorprendido por su arrebato.—¿A donde piensa llevarme, señora Guaimarán?

—A la playa, es lo poco que conozco.

—Me encanta la playa.—Caminaron hasta el cuarto de Bárbara.

—Entonces nos vemos ahí.

—Ten una linda noche, Bárbara.

—Tú igual.—Bárbara le dio un rápido beso en la mejilla antes de entrar a su cuarto.


----
Santos ya estaba acostado soñando con unos intensos ojos azules.

A la mañana siguiente:
                                                                                     
Santos se despertó muy temprano para continuar su búsqueda, Marisela lo esperaba abajo para tomar el bongo. 

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Bárbara estaba con Mónica en el centro comercial riendo, la chica había sometido a Bárbara a un cuestionario sobre la cita que tuvo la noche anterior con su padre.

—Así que.. Irás con mi papá esta tarde a la playa... 

—Si... ¿Quieres venir?

—No, no, no tres son multitud, perdone usted.—Se burló.

—Que graciosa eres.—Rodó los ojos.

Al llegar la tarde Bárbara tenía puesto un vestido verde muy fresco y un sombrero de playa, se veía realmente hermosa, Alex solo llevaba unas bermudas.





Estaban caminando por toda la playa Bárbara le contó todo su pasado al igual que él.
Bárbara pensó que sería inútil ocultar más su pasado.
Alex simplemente la abrazó comprendiendo que aunque esa mujer se veía tan ruda, era en realidad muy frágil.


UN MES DESPUÉS:

Bárbara seguía en en hotel de Alex, los dos Ferrer le tenían prohibido salir de ahí.
La relación que ella llevaba con Alex era las de dos mejores amigos, él la consentía y la mimaba mucho. 
Mónica seguía con sus travesuras y sus locuras. 

Santos y Marisela habían seguido con su recorrido por todos los pueblos, Marisela ya se estaba dando por vencida, en cambio Santos seguía con la esperanza de poder encontrar a la mujer que amaba.

-

—Santos, esto ya no tiene sentido. Hemos buscado por todos los pueblos sin descanso.

—No, nos podemos darnos por vencidos.—Dijo Santos mirando un mapa.

—Santos, me iré a vivir a la capital.—Marisela soltó de una bajando la mirada.

—¿QUÉ?—Gritó Santos.—¿Por qué?—Preguntó con tristeza.

—Yo ya no tengo más nada que hacer aquí Santos, comprende.

—Tenemos que encontrar a Bárbara.—Dijo levantándose y yendo hacia ella.

—Ya pasó un mes hemos estado por mas de 20 pueblos, tocando de puerta en puerta y de hotel en hotel. Estoy cansada.—Dijo con la voz rota por las lagrimas que ella negaba en dejar salir.

—Pero...

—Comprende.—Susurró. La perdida de su madre le estaba causando mucho dolor.—Necesito un favor.

—Lo que quieras, mi Sol.

—¿Podrías acompañarme hasta la capital a buscar una casa?

—Por supuesto.—Santos le sonrió mientras la abrazaba.—¿Cuando te vas?

—Lo más pronto, mañana.—Suspiró.

—De acuerdo. Será mejor que vayamos a dormir entonces.


----

Bárbara en ese último mes se había sentido un poco mal, pero no le daba importancia.

A la mañana siguiente:

Bárbara estaba en la playa con Mónica jugando en la arena, se había mareado un poco pero no le dio mucha importancia.

—Iré por una bebida.—Le avisó a Mónica.—¿Quieres una?—Preguntó.

—No, gracias.—Dijo Mónica terminando su castillo.

Bárbara fue hasta el bar que estaba por el lugar, su corazón empezó a latir fuerte y se puso pálida, creyó ver a Santos. Se le nubló la vista y cayó al suelo.

Mónica volteó a ver porque la gente estaba corriendo hacia un mismo lugar.

—¡Bárbara!—Gritó corriendo hasta ella.—¡Papá!—Gritó agachándose donde estaba ella.



Alex corrió hasta donde estaban ellas, había salido también para ver porque el escándalo. 
Su corazón latió más rápido.

—¡Bárbara!—La tomó en brazos con cuidado mientras corría hasta el hotel.

—¡Doctor!—Gritó Mónica entrando al pequeño consultorio que tenían allí.

—¿Qué pasa, por qué el escándalo?—Preguntó un hombre ya mayor saliendo.

—Ayude a Bárbara, por favor.—Dijo Alex desesperado.

—¿Qué pasó? Acuestala acá.—Pidió manteniendo la calma.

—Estábamos en la playa, ella fue hasta el puesto para unas bebidas y perdió el conocimiento.Intervino Mónica con el rostro lleno de miedo.

—Por favor salgan le haré unos exámenes. 

Alex y Mónica dudaron pero a la final salieron, el doctor le pasó a Bárbara un algodón con alcohol para que Bárbara fuera despertando poco a poco. 

—Bárbara, Bárbara.

—¿Qué me paso?.- dijo despertando confundida.

—Se desmayó, ahora necesito que me diga algo ¿se a sentido bien estos últimos días, a habido algún cambio? 

—Si, me han dado ascos algunos olores, y cuando veo la carne me entran ganas horrible de vomitar.

-Mire le acabo de tomar unas muestras, si lo que me acaba de decir y si las pruebas salen como yo pienso, todo va a estar muy bien.

—¿A qué se refiere?—Preguntó alzando la barbilla.—¿Qué es lo qué tengo?

—No se preocupe, Bárbara.—Sonrió sin perder la paciencia.—No es nada malo.


—Ten paciencia, en unos minutos sabremos con exactitud que es lo que tienes. Afuera está la familia Ferrer ¿Los hago pasar?

—Por favor. 
El doctor los llamo y pasaron asustados.

—Bueno ya vuelvo, voy a buscar los resultados.—Dijo el doctor saliendo y sonriendo al observar como aquellos se abrazaban.

—Bárbara, gran susto el que me diste.La regaño Mónica.

—Perdón, juro que no fue mi culpa desmayarme.Dijo con un toque de ironía y burla en la voz.

Alex rodó los ojos al escucharlas, aunque seguía preocupado no dijo nada.


Minutos más tardes el doctor había llegado con los resultados en las manos y una gran sonrisa.


—En todo este tiempo que llevo de doctor, siempre me a encantado informar esto...


—¿Voy a morir?—Dijo con burla Bárbara ganándose un leve golpe por parte de Mónica.


—No.—El doctor frunció el ceño.


—¿Qué es lo que pasa?—Preguntó preocupado Alex.

—Bárbara, tienes aproximadamente un mes de embarazo, felicidades.

—¿QUÉ?.Bárbara, Mónica y Alex gritaron de la sorpresa, Bárbara estaba pálida.

—Necesitas mucho descanso, comer bien, y nada de ajetreos. 

—Si, doctor regañela.Dijo Mónica.

—No, no.—Bárbara dijo sin poder creerlo.—Eso es imposible.—Dijo incrédula.—Yo no puedo tener hijos.


—Los estudios no mienten.—Levantó el papel.—Quizás sea un... Milagro.


—¿Ya me puedo ir?.Bárbara estaba desesperada por salir de ahí.

—Si, claro. Te recomiendo ir a un obstetra.

—Si, si.—Dijo sin prestarle atención, le quitó el papel y salió.


Alex no lo pensó dos veces y corrió hasta ella.

—Bárbara, detente, por favor.
—¿Qué quieres?—Preguntó sin ocultar su llanto.

—Vengo a felicitarte.—Dijo Alex confundido.—Serás mamá.—Susurró. No entendía porque el comportamiento de Bárbara.—¿No estás feliz?

—Claro que estoy feliz.—Dijo secando sus lagrimas.—Pero es que este bebe es de Santos. ¿No entiendes? ¡Mi pasado está regresando!—Gritó.




—¿Y?—Alex le secó las lagrimas.—Tendrás un hijo del hombre que amas. Vamos, siéntate.—Los dos tomaron asiento en la arena.

—Él no conocerá a mi hijo. Es mío.—Apretó sus manos en su vientre.


—Pero es el padre.

—El padre está con su hermana.—Gruñó.—Lo lamento, pero no. Quiero a mi bebé lejos de este circo.

—De acuerdo... Ahora dime...Cuando tengas que volver a tu hacienda ¿Como vas a explicar que tienes un bebé?

—No sé, de hecho no tengo idea aún si quiera volver.—Suspiró.

—Suponiendo que tienes... Porque tienes.—Bárbara rodó los ojos.—¿Qué explicación darás sobre el padre del bebé?

—Que no les importa.


—Bárbara.


—¡No sé!—Gritó y se tiró en la arena. Pasaron varios minutos, cada uno por su parte pensando una solución. Bárbara sonrió al tener la mejor, peor y descabellada idea de su vida.—Cásate conmigo.—Alex abrió los ojos como plato.


—¿Qué?, Bárbara...

—Oh, vamos... Es un gran plan.—Susurró.—Sé el padre de mi escuicle.

—¿Segura?


—Si algún día tengo que volver, todos pensarán que es tú hijo.


Alex suspiró mientras rodaba los ojos.


—¿Tengo que ponerme de rodillas?—Se burló Bárbara.


—Espera aquí un minuto.Bárbara ahora no entendía nada, Alex salio corriendo al hotel subió por el elevador hasta su recamara busco algo entre sus cosas y volvió a donde estaba Bárbara.—Dios, estoy viejo para estas cosas.—Dijo al llegar hasta ella cansado.

—¿Estás bien?—Preguntó preocupada al notarlo rojo.


Alex se arrodilló en frente a ella.


—Así es como se piden estas cosas, niña.—Bárbara abrió la boca.—Sé que esto es muy pronto y que usas a tu bebé como excusa para poder atarme.—Se burló, Bárbara le dio un golpe.—Auch.—Se quejó.—Eres una gran persona, Bárbara. Eres fiel, leal, graciosa y un montón de cosas más que podría decir, pero prefiero guardarlas para mi.—Bárbara sintió sus ojos aguarse.—Sé que tu corazón pertenece a otro hombre, pero prometo protegerte y quererte como ningún otro podrá. Bárbara Guaimarán ¿Aceptarías ser mi esposa?—Preguntó sonriendo.


—Sí quiero.—Susurró con los ojos aguados.


Alex le colocó el anillo y se puso de pies para mirar el cielo.


—¿Puedo besarte?—Preguntó nervioso. Bárbara rodó los ojos y tiró de su camiseta hasta ella para besarlo.



Bárbara llevó sus manos hasta el cuello de Alex mientras él rodeaba la cintura con sus manos.

Estaban sumergidos en ese beso lleno de emociones que ni siquiera notaron que varios fotógrafos tenían un buen rato allí.

—Quiero ver la reacción de tu hija al saber que nos vamos a casar.—Dijo Bárbara al separarse de el con la respiración aún agitada.

—Pegará el grito en el cielo. 

---

Santos y Marisela habían llegado ya hace un largo rato a la capital, se habían hospedado en el mismo hotel que hace un tiempo compartió con Bárbara. 

—Mañana iremos a ver los lugares, hoy estoy cansada.—Dijo Marisela.—Gracias.—Le sonrió a Santos que había cargado con sus maletas.


—De acuerdo, descansa.—Santos le sonrió.


—Tú igual, Santos. Por favor descansa.—Dijo triste.—Para ser sinceros estás del asco.—Lo observó. Santos rodó los ojos.—Es verdad, no pongas esa cara. Tienes ojeras, estás más flaco, tienes el cabello muy largo y barba ¡Pareces un vagabundo!


—Calma, Cecilia dos.—Santos rodó los ojos.


—Una cosa es que te estés muriendo por dentro pero otra muy diferente es que te dejes hacer eso.—Gruñó.—Promete que dormirás.


—Lo prometo.







----
—¿¡QUÉ USTEDES QUÉ!?—Gritó Mónica cuando le contaron y Bárbara le enseñó el anillo.—¡Imposible!—Gritó emocionada.

—Ella me lo pidió.—Se burló Alex.


—Si, me vieras... En la arena rogando ¡Por favor, acaba con este sufrimiento!—Lo empujó riendo.



—Esto es increíble.—Mónica los abrazó.—Me alegro tanto por ustedes.

Bárbara le sonrió, aunque quería decirle que se casaba por razones muy diferentes a las que ella pensaba, no pudo. No soportaría ver a esa niña triste. 


Alex supuso lo que estaba pensando Bárbara, él mismo le diría a su hija.


—Bueno, será mejor que la futura mamá, vaya a descansar.—Dijo Alex sonriendo.


—Ay, no.—Dijo Bárbara haciendo un puchero.—No empieces.


—Ni te creas, él siempre a sido así.—Intervino Mónica.


—Venga, si no miden más de uno setenta su opinión no cuenta.—Se burló recibiendo miradas asesinas.


—Idiota.—Bárbara lo empujó. Gritó cuando Alex la cargó en brazos.


—Volveré en menos de cinco minutos, espero no verte por aquí sino en tu camita y apunto de dormir.—Le avisó a su hija que reía.


—Si, capitán.—Dijo con burla.


Alex fue hasta el cuarto de Bárbara sin importarle las quejas de aquella, al llegar la bajó.


—Ve adentro, toma un baño de espuma, no pienses mucho y duerme.—Alex le tomó las mejillas mientras hablaba.




—Gracias por todo lo que estás haciendo, Alex.—Bárbara le sonrió sincera.


—Lo haría mil veces. Ahora vete.—Le dijo con burla.


—¿No hay beso de buenas noches?—Preguntó ella sorprendiéndolo.


—Los que quiera y cuando quiera.—Murmuró antes de acercarse a ella y besarla.




—Te amo.—Susurró cuando Bárbara entró en su cuarto.


Bárbara hizo lo que Alex le había dicho, estaba muy emocionada. ¡Iba a tener un hijo!
Le fue imposible no pensar en Santos, en todo lo que habían vivido. 
Pero esa vez no lloró, había jurado que no volvería a llorar por él.



A la mañana siguiente:


Bárbara estaba el el lobby esperando por Mónica cuando se vio en la primera plana del periódico.

''El empresario y famoso hotelero Alex Ferrer y su nueva prometida'' 




Bárbara tomo el periódico y lo empezó a leer, todo el mundo la miraba y la felicitaba.

—Ay, no.—Susurró mientras corría hasta donde estaba Alex.


---

—Buenos días.—Saludó Santos entrando a la habitación de Marisela pues habían quedado para desayunar.


—Hey.—Marisela se levantó para ir a buscar su desayuno.


Los dos se sentaron y empezaron a comer.


—¿Me pasas el periódico?—Preguntó Santos mientras se limpiaba las manos y mejillas.


Marisela se lo pasó.


—¿¡QUÉ!?—Gritó al leer la primera plana. Su corazón empezó a latir más fuerte y más pesado.





Comentarios

  1. Hoy comencé a leer tu WN, y como verás ya voy por el tercer capítulo. Solo espero que tenga final, porque estoy cansada de engancharme con otros blogs y que me guste la historia y no poder parar de leer y que después me dejen esperando por un final. No es con vos el enojo. Está muy buena la historia ahora veremos como sigue

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