Capitulo 6.




—¿En qué puedo ayudarte?—Preguntó Alex manteniendo la cal,a

—Pasa que tu eres el prometido de mi mujer.Alex rió ante eso.¿De qué te ríes?

—De lo que me acabas de decir, ''El prometido de MI  mujer'' ¿No te parece gracioso? Dígame, caballero. ¿Como es qué yo soy el prometido de su supuesta mujer?
—Eso no te importa. Lo que debería de importarte es que Bárbara me ama a mi y a ti solo te está usando.—Santos sonrió.

—De todas maneras no me importa si me lo hubieras dicho, Bárbara me lo contó todo. ¿Y si me no me ama, por que se casa conmigo? ¿Por despecho? No crees que si fuera así ya estuviera en la cama contigo por que ''te ama''.Santos estaba herido por la sinceridad de sus palabras, Alex se levanto de su silla. Le dio lastima ver a Santos de esa maneraBuenas noches.—Tomó una gran cantidad de aire antes de decir.Luzardo, si la amas lucha por ella.Se retiró dejando a Santos peor de confundido.

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Bárbara estaba en su habitación esperando a Marisela para contarle que estaba embarazada.
—Mamá ¿Qué haces despierta aún? Pensé que te venías a dormir.

—Marisela hay algo que tengo que decirte, necesito que me escuches y me comprendas, por favor siéntate.Marisela se preocupó pero le hizo caso y sentó. Bárbara tomó una larga respiración y decidió decirle de una.Estoy embarazada de Santos.Marisela miró a Bárbara horrorizada, estuvieron en silencio por unos segundo, minutos tal vez.Di algo por favor.—Dijo desesperada.

—¿Cuando pasó?Logro decir Marisela en susurro.

—El día en que yo me fui, Santos y yo... hicimos.. perdón.-Bárbara empezó a llorar.

—Hey no llores, eso le hará mal a mi hermanito.Marisela la abrazó fuertemente y le susurro en el oído.Felicidades mamá.

-Gracias, mi nena hermosa. 



—¿Y si es de Santos, por qué no le dices?.-Bárbara le contó todo lo que estaba haciendo.

—Por favor necesito que tu también me apoyes.

—Está bien, confía en mi mamá.—Sonrió. Marisela no apoyaba lo que hacía pero no le quedaba de otra.

—Se que nunca te lo he dicho, hermosa pero... Te amo, hija.—Le sonrió.—Y me alegra mucho tenerte a mi lado.—Marisela no pudo evitar emocionarse.

—Yo también te amo, mamá.

—Bueno, basta.—Se secó las lagrimas.—Hoy estamos muy chillonas.—Marisela rió.—Vamos a dormir.


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Mónica y Alex ya estaban en su habitación.

—¿Como enserio te habló?—Preguntó incrédula Mónica cuando su padre terminó de contarle.

—Si, la verdad me dio mucha pena.—Dijo Alex suspirando.—Él la ama ¿Sabes?

—Se nota, no cualquiera hace todo eso, es humillado y está dispuesto a ir por más.—Dijo Mónica pensando en Santos.

—Ya ves, está embobado.

—¿Y tú?—Preguntó su hija.

—¿Yo? ¿De qué hablas?

—Tú también la amas.—Dijo Mónica sonriendo.

—La quiero, la adoro; pero es mi amiga.—Dijo sonriendo.—Ve a dormir y deje de pensar en esas cosas, señorita.

—Buenas noches, papi.—Besó su mejilla y corrió hasta su cuarto dejando a Alex pensativo.


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Santos estaba pensando en las palabras de Alex.

—¿Si la ama, por qué me dice que luche por ella? ¿Por qué Bárbara se va a casar? ¡Dios que difícil es esto! 


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A la mañana siguiente:

Bárbara despertó se bañó y se arregló, tocaron la puerta y fue abrir no había nadie solo una rosa y una nota en el piso, la tomó y leyó la nota.

''Hoy también te amo...
y te recuerdo luchare por ti, mi fiera...
Por siempre tuyo...
Santos Luzardo.'' 



Bárbara puso la rosa en un jarróncito pequeño y guardó la nota.

Volvieron a tocar la puerta y era Mónica con un carrito con el desayuno.

—¡Desayuno en puerta!—Gritó entrando.—Buenos días, guapura. 

—Buenos días.—Bárbara revolvió con cariño su cabello rubio.—¿Qué haces aquí tan temprano?

—Bueno, decidí ser una linda persona y traerles desayuno a ti y a tu extraña hija. Por cierto ¿Donde está?

—Aquí.-Dijo Marisela saliendo ya cambiada y recién bañada.

—Bueno manos a la obra a desayunar.—Acomodó los plato en la mesa, cuando Bárbara se iba asentar tocaron nuevamente la puerta, esta vez era Alex con unas bermudas y una camisa muy fresca y su habitual sonrisa.

—Alex que gusto verte, estábamos a punto de desayunar ¿te nos unes?—Bárbara lo recibió con un abrazo.

-No, gracias ya desayuné, venía para decirte buenos días.Le guiño el ojo.—Y para hablar un minuto con mi hija.

—Claro, no.

—No, por favor avísale que salga.—Puso una tensa sonrisa en su rostro.

—Esta bien ya la llamo.—Dijo aguantando las ganas de preguntar.


—¿Qué hay de nuevo, viejo?—Dijo Mónica con burla saliendo.—¿Estoy en problemas?

—Voy a la isla un rato, no voy a tener el teléfono.

—¿Pasó algo? ¿Por qué tienes que ir allá?—Saltó a preguntar preocupada, su padre siempre iba a ese lugar cuando algo le preocupaba o iba mal.

—Tranquila, nena.—Le sonrió.—Necesito pensar en calma un rato y ya sabes que aquí no puedo porque me distraigo trabajando.

—No hace falta que me mientas.—Su hija rodó los ojos.—¿Estás así por la boda?—Susurró.—¿Es por Bárbara, verdad?—Alex suspiró y asintió.—De acuerdo, ve. Yo me encargo de todo.

—Gracias por comprender, Paloma.—Le sonrió.—Ya sabes que si no vuelvo es porque estoy allá. Te amo.

—Igual.—Dijo sin mucho ánimo. Alex salió corriendo.


Mónica entró nuevamente al comedor, pero esta vez con el semblante serio y lleno de preocupación.

—¿Qué pasa? ¿Por qué esa cara?—Preguntó Bárbara preocupada.

—Tranquila, no pasa nada.—Se sentó a su lado y sonrió como pudo.

—¿Entonces?

—Mi papá dijo que pasaría el día en la isla.—Comió de su cereal.

—¿Y qué tiene de malo eso?—Preguntó Marisela.

—Él va a esa isla cuando algo le pasa. Y sé que tiene algo y lo peor del caso es que no me quiso decir.—Dijo herida. 

—Tranquila, pequeña. Si no te dijo nada fue para no preocuparte, capaz y no es nada.—Le animó Bárbara.

—Exacto, tal vez y sean los nervios pre nupciales.—Dijo Marisela haciendo que sonría.—¿Qué haremos hoy?

—Vi un nuevo traje de baño en tu closet.—Dijo Mónica mirando a Bárbara quien frunció el ceño.—Podríamos ir a la playa.—Sonrió.

—No.—Dijo secamente.

—Ay, vamos.—Dijo Marisela haciendo puchero.

—Por favor, mami Bárbara.—Se burló Mónica.

—No.

—Lo harás.—Mónica sonrió.

—No es no.

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Marisela, Mónica y Bárbara estaban en la playa disfrutando del sol. 


—No entiendo como fue que me dejé convencer.—Dijo Bárbara tirada en la arena.



—No te hagas, te ves hermosa y lo sabes.—Dijo Mónica a su lado.

—Si, mamá. Estás preciosa.

—Cuando tenga tu edad quiero tener la figura como tú.—Dijo Mónica.—Pero al paso que voy comiendo solo patatas y gaseosa...—Se lamentó con burla.

—Bueno, es hora de presumir estos cuerpecitos divinos que Dios nos dio ¡Vamos a nadar!—Exclamó Marisela.

Las tres disfrutaron jugando con las olas del mar un buen rato sin percatarse que Santos estaba por ahí. 
Había salido desde su hotel para pasear y pasar el rato cuando notó que Bárbara estaba por ahí, quedó embobado, maravillado observando su cuerpo apenas cubierto por la tela de traje de baño.

Bárbara volteó a buscarlo con la mirada cuando lo sintió por ahí. Santos le sonrió y le hizo un gesto de saludo con la mano.

—¿Por qué no vas a saludarlo?Sugirió Mónica.


—No.

—Vamos, deje ese puto orgullo.—Dijo frunciendo el ceño.

Mónica vio a Santos y lo saludó con la mano, Santos le de volvió el gesto, después sus ojos se volvieron a concentrar en Bárbara.


—Luzardo ¿Por que no entras?.Le grito Mónica, Bárbara la miro con cara de asesina.

—No, muchas gracias.Santos le guiño el ojo a Bárbara.—Estoy disfrutando la vista.

—Es un idiota.-Rodó los ojos.

—Lo amas así de idiota pero lo haces.Le susurro al oído para que Santos no viera ni escuchara lo que decía.Vamos a Saludar, Marisela ven.

—¿Qué pasa?—Preguntó Marisela que ni se había percatado de que hablaban.

—Allá está Santos.—Señaló a donde estaba.—Vamos las tres a saludarlo.

—Bien.—Sonrió.

—No, conmigo no cuenten.—Negó Bárbara.—Vayan ustedes, yo me quedo aquí.

Mónica le dio una mirada de complicidad a Marisela, cada una agarro un brazo de Bárbara y la llevaron a la orilla sin hacerle caso a sus gritos y protesta.

—Marisela, acompáñame por un refresco.—Dijo Mónica una vez soltaron a Bárbara.

—De acuerdo.—Rió divertida.

—¿No que veníamos las tres?—Gruñó.—Me dejan sola y las mato..

—Ya volvemos, desconfiada. Solo tengo sed.—Dijo antes de salir corriendo junto con Marisela.

—Estás hermosa.—Dijo Santos llegando hasta ella y recorriéndole con la mirada.

—¿Qué haces aquí?—Dijo sonrojada.


—Venía caminando y de pronto te vi, quedé embobado.Bárbara voltio para ver el mar y así evitar que Santos notara sus mejillas arder. Cuando volvió la mirada a Santos el con un rápido movimiento le robo un beso corto Bárbara le dio un golpe en el brazo.-¡Aush! Bárbara.


—No me beses.—Gruñó.

—No puedo evitarlo.—Recorrió nuevamente su cuerpo.

—Para.—Susurró Bárbara.

—¿Bárbara te estás mordiendo el labio?—Preguntó mientras sonreía.

—No...Bárbara no se dio cuenta cuando empezó a agarrar esa mala costumbre.

—Yo también quiero morder tu labio.Santos se le fue acercando poco a poco pero cuando estuvo a punto de besarla Bárbara puso sus dedos entre sus labios.


—No, no lo hagas, por favor.—Susurró.

—¿No quieres mis besos?—Santos la tomó de la cintura.

—Soy una mujer comprometida, lo lamento.

—¿Lo lamentas? ¿Por qué?—Se acercó hasta oler su cuello.

—Santos, comprende que nuestra única relación puede ser de amigos.

—¿Amigos?—Repitió incrédulo.Maldita sea, Bárbara ¿Tu si lo amas?.Amenazaban lagrimas en los ojos de Bárbara.No, por favor no llores mi amor, soy un idiota, discúlpame.—La abrazó.

—Me voy, Santos.Santo la abrazo más fuerte haciendo que Bárbara suspirara, amaba ese lugar, los brazos de Santos.

—Te amo, espero que lo entiendas.—Le susurró.—Espero verte después, mi fiera.

—No vas a cambiar nunca.—Suspiró rodando los ojos.
Cuando ya iba llegando al sitio donde las dos chicas estaban escuchó gritar a Santos:

—Algún día volveré a morder tu labio, Bárbara.-Bárbara se volteó, estaba pálida alguien lo pudo haber escuchado, le hizo un gesto para que se callara y Santos se encogió de hombros.


Mónica y Marisela estaban partida de risa por esa escena, Bárbara aun estaba sonrojada.

—¡Gracias por dejarme sola con el! 

—Por nada.-Dijeron ambas a coro, se miraron sorprendidas.
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Alex estaba en la cabaña solo pensando en si de verdad se quería casarse con Bárbara. 
Si la amaba pero ella no le correspondía y sabía que nunca lo haría.

A él le encantaría casarse con ella, criar a sus hijos. Pero en el fondo sabía que Bárbara no sería completamente feliz.

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 Santos estaba en su cuarto pensando en Bárbara y en lo oscura que será su vida sin ella. 
-No, eso no puede pasar, Bárbara no puede casarse no se lo permitiré.

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A la mañana siguiente:

Marisela se levantó primero que Bárbara y Mónica, la cama de Bárbara era bastante grande y entraban las tres cómodamente.

Marisela escuchó la puerta tocar y abrió había otra rosa y una nota tomó ambas y supuso que eran para Bárbara, las coloco en la mesa.

Al rato las tres ya estaban desayunando.

—Mamá se me olvidó darte esto.—Dijo recordando de pronto, tomó la rosa y la nota y se la pasó a Bárbara.



''Se que algún día volveremos a estar juntos, tu labios serán míos nuevamente...
Te ama eternamente 
-Santos Luzardo.'' 


Bárbara suspiró, tomó la rosa y la puso con la otra, Mónica y Marisela la seguían con los ojos estaban intrigadas por saber lo que decía la nota, Bárbara volvió con ellas. 


—¿Bueno qué? Dejen de mirarme.—Rodó los ojos.

—Queremos saber que decía la nota.Reclamó Mónica.

Bárbara le mostró la nota con pesar.

—Oh, esto es muy romántico.—Suspiraron las dos al mismo tiempo.

—Es un baboso.—Marisela y Mónica la miraron con el ceño fruncido.


—Será un ''baboso'' Pero así mi querida Bárbara usted lo ama.-Dijo Mónica, Bárbara rodó los ojos.

—Bueno ya comamos quieren...-Iban a empezar a comer pero alguien tocó a la puerta.Yo voy.Bárbara se levantó de su asiento y fue abrir y se llevo una sorpresa al ver a Alex.

—Alex que bueno que estés aquí.—Lo abrazó alegremente.

—Hermosa.—Besó su mejilla.

—¿Como estuvo tú día ayer? Tienes que contarme porque te fuiste.

—Muy bien, solo fue una cosa sin importancia.

—Estábamos por desayunar, unetenos, no acepto un no como respuesta.—Dijo no muy convencida.

—Esta bien.Alex pasó y abrazó a su hija saludó a Marisela y les contó parte de lo que había hecho ayer.

—¿Y esto?.Tomó la nota de Santos. 

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