Capitulo 7.


—Es una nota.—Dijo Bárbara sin el mínimo interés, Alex le dedicó una mirada cargada de ironía.
—Baboso.—Alex rodó los ojos.
Barbara arqueó las cejas en dirección de Mónica y Marisela como diciendo ''No soy la única que piensa que es un baboso''.
—Oye, Bárbara.—Llamó su atención Mónica.—El vestido te va a llegar ésta misma tarde, ya el de las damas están listos y no es por presumir pero Marisela y yo nos veremos Fabulosas.—Todos rieron.
—Claramente se verán hermosas.—Alex le tomó la mano a Bárbara y beso sus nudillos.—
Bueno me voy a trabajar, gracias por el desayuno. Pasen un lindo día.
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Santos estaba caminando por el centro comercial, necesitaba distraerse.
Pasó por la heladería y recordó cuando él y Bárbara estaban comiendo helados, Santos busco en sus bolsillos esa cámara que durante todo ese tiempo aún lo acompañaba.
Observó las fotos con una sonrisa melancólica, extrañaba mucho esos tiempo.
Se le ocurrió una excelente idea.
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Alex estaba en su oficina mirando una foto que se había tomado con Bárbara ahora ya enmarcada, suspiró pesadamente, una parte de el quería que Santos la detuviera porque la quería ver feliz, pero otra parte quería llevarla a conocer el mundo de la mano.
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Bárbara y las otras dos mujeres decidieron hacer ellas mismas el almuerzo.
Estaban recogiendo los platos, Alex no comió por la escusa de tener trabajo, Bárbara fue abrir la puerta, era un chico que sostenía una caja muy grande como podía, era el vestido, Bárbara firmó la entrega y llevo la caja a dentro; Mónica y Marisela gritaban y saltaban de la emoción, Bárbara disimulaba una sonrisa.
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Al día siguiente Bárbara no pudo dormir muy bien, se levantó preparó café se bañó pero se volvió a poner la pijama, cuando tocaron la puerta, era una rosa y un sobre.
Bárbara suspiró tomó la rosa y la puso con las otras dos.
Abrió el sobre y era una nota y una foto.
En la mejilla de Bárbara corría una lagrima solitaria al ver la imagen.
Tomó la nota y la leyó.
''Estaba en el centro comercial ayer y me acorde cuando fuimos a comer helado, he aquí un recuerdo de ese maravilloso día, yo también tengo una imagen nuestra mi amor...
Te ama con locura
Santos Luzardo.''
Bárbara beso la imagen y la guardó con las demás notas, Marisela salió y vio otra rosa buscó a Bárbara.
—Buenos días, mamá.
—Buenos días, nena.-Le dio un abrazo.

—Veo que no se rendirá tan fácil.—Señaló la rosa.

—Esta vez tuvo una foto.—Marisela esperó a que continuara.—Fue de un día que estuvimos en la capital.—Explicó sin muchas ganas.

—Aun estas a tiempo ¿Sabes?—Dijo Mónica sorprendiéndolas.

—Yo estoy muy puesta en esta boda.—Dijo rodando los ojos.
—Terca, lo único que quieres es ver a Santos sufrir.—Dijo Marisela.

—Eso no estaría mal.—Bárbara se encogió de hombros.—No sería nada mal que el doctorcito probara su propia medicina.

—Espero que no te arrepientas.—Susurró Mónica.

—No lo haré.—Aunque en su interior quería correr lejos.

—O que Santos no se canse.—Eso último hizo que Bárbara tragara en seco.
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Mónica salió sin que Bárbara ni su padre se dieran cuenta, fue a donde Santos.
Al llegar Santos se sorprendió al verla ahí pero la dejo pasar.
—¿Como estas, Santos?—Dijo tomando asiento.
—Bastante bien.—Dijo aún confundido por tenerla ahí.—¿Y tú?
—Estoy bien.—Contestó simplemente. Santos la miró esperando a que dijera algo.—Vine porque pensé que quizás querrías desahogarte con alguien. Y no me iré de aquí hasta que saques todo.—Le sonrió con superioridad. Santos rodó los ojos.
—¿Quieres un café, agua?—Preguntó con el ceño fruncido.
—Estoy bien.—Sonrió ella.
—Yo iré por una botella.—Avisó sin hacerle caso al gruñido de Mónica.
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Mientras tanto en el hotel Marisela trataba de subirle el animo a Bárbara o hacer que se cambiara para salir.
—Vamos, mamá.—Le dijo Marisela a su lado en la cama.—Vamos a salir.
—Marisela, estoy cansada.—Le dijo mientras tenía la cara enterrada en la almohada.
—¿Por qué?
—Por el embarazo.—Mintió a media.
—Vale, entonces te dejo.—Marisela besó su cabeza y salió.
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Marisela salió en busca de Alex, tocó la puerta de su despacho un poco nerviosa.
—Adelante.—Murmuró sin despegar la vista del computador.
—Alex.—Marisela entró haciendo que él se sorprendiera.
—Marisela, que gusto.—Sonrió.—Pasa, toma asiento.
—Gracias.—Dijo tímida.
—¿A pasado algo?—Se preocupó de inmediato.
—No, tranquilo. Estamos bien.—Marisela le sonrió.
—Entonces...
—Vine porque pensé que querrías hablar con alguien. Se que no puedes con Bárbara porque es obvio... Y con Mónica porque es tu hija. Así que aquí estoy yo.—Le sonrió.—Estoy dispuesta a escucharte. Y no me iré.
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Al llegar la noche, Marisela y Mónica estaban a punto de tomar el elevador.
—¿Averiguaste como se siente Santos?—Habló bajito.
—Si, ¿Y tú cómo mi papá? —Rió, sentía como el alcohol empezaba a surgir efecto. Marisela frunció el ceño al verla reír.
—Si.—Le sonrió.—¿Cómo se siente el Centauro Luzardo?
—Está herido.—Empezó ella hablar.— No sabe si Bárbara lo ama o ama a mi papá, sabe que si ama a mi papá con todo el dolor del mundo dejaría a Bárbara ser feliz. Por eso no se quiere rendir.
—Alex... está indeciso, él ama a Bárbara, lo sé. Si no no estuviera haciendo esto, está dispuesto hacer a Bárbara feliz, pero sabe que en el fondo el amor de Bárbara es solo para Santos.
—Que complicado es esto, Bárbara y Santos son tal para cual...
—Si.—Dijo Marisela.—Lo único que hay que hacer es esperar y rogar que esto no se vaya a salir más de control.
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Santos estaba ya dormido pero tenía un sueño que lo hizo despertar, era la boda de Bárbara.
—Ahora los declaro marido y mujer, señor Ferrer puede besar a la señora Ferrer.
—¡NO!.—Santos había despertado muy alterado.—No, ella no se va a casar no.
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Alex estaba sentado en la arena de la playa, hasta que sus pensamientos fueron interrumpidos por una mano en el hombro, era Bárbara.
—¿Necesita compañía señor Ferrer?—Le sonrió con dulzura.
—Como no, usted es mas que bienvenida.—Bárbara tomó asiento y puso su cabeza en el hombro de Alex.
—Esto está bien sabes.—Alex no entendía a que se refería.
—¿Que cosa?.—Bárbara suspiro.

—La boda, Alex...—Alex la corto.
—Shh, no hablemos de eso ahora.—Pasó un brazo por la espalda de ella y la acercó más a él.
Pasaron unas horas y Bárbara ya estaba dormida, Alex le dio ternura verla así, la cargo y la llevó a su habitación, nadie atendía eran como las dos de la mañana asi que la llevo a su habitación, la coloco con cuidado en su cama la arropó y se acostó con ella.
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Bárbara se fue despertando poco a poco, le pareció raro no estar en su cama, pero recordó que ayer quedo dormida en los brazos de Alex, volteó la vista y no vio a Alex, se levantó y salió de la habitación hasta la cocina donde estaba Alex sin camisa cocinando, Bárbara se quedo mirándolo hasta que Alex la vio de reojo.
—Buenos días, preciosa.—La sorprendió Alex.—¿Disfrutando la vista?—Bárbara se sonrojó.
—Buenos días, Alex. Es una buena vista.—Ambos rieron.—Ahora dígame señor Ferrer ¿Por qué amanecí en su cama?
—Porque anoche te dormiste en mis brazos, cosa de la cual no me quejo y me tocó llevarla hasta su habitación pero al parecer no la querían allá así que decidí que compartiría cama con usted, doña.

Bárbara le sonrió divertida.
—¿Desea desayunar, my lady?—Preguntó con sorna.
—Como no, caballero.
Ambos desayunaron entre risas y comentarios hasta que hicieron a Mónica despertar.
—Pero bueno ¿Por qué tanto escándalo?—Dijo saliendo de su cuarto malhumorada.—Que pesados, alguien aquí quiere dormir.—Dijo llevándose las manos a la cabeza.
—Buenos días, hija discúlpanos ¿Quieres desayunar?
—No, gracias. Estaría bien un poco de tranquilidad.—Dijo volviendo a su recamara.
—¿Que le pasa?.—Bárbara contenía su risa.
—No lo sé, ayer llego un poco tarde, a lo mejor se fue de farra y mira, mira como llega.—Ambos no pudieron contener sus risas y estallaron.
—Bueno señor, Ferrer.—Bárbara se levantó de su asiento.—Es hora de que vuelva a mi habitación, gracias por el desayuno.—Alex le guiñó el ojo.
—Adiós, hermosa.
Bárbara salió y vio una rosa y una nota, Bárbara rodó los ojos y las tomo, leyó la nota.

''Otra vez en mis sueños, me estas volviendo loco...
Te amo, mi fiera.
El loco que mas te ama..
Santos Luzardo...''
—Loca me estás volviendo tu a mi, Luzardo
Bárbara suspiró, guardó la nota y puso la rosa con las demás.
Observó a Marisela terminando de desayunar.
—Buenos día, nena.
—Bárbara Guaimarán, me puede explicar en donde pasó la noche.—Dijo Marisela en tono de regaño. Bárbara sonrió.
—Con Alex.-Marisela abrió los ojos como plato.—No es lo que piensas, ayer cuando salí me lo encontré sentado en la playa y le acompañé y me quede dormida en sus brazos, vino para acá y nadie le atendió y me llevo a su cuarto.

—Más le vale, jovencita.—Dijo con burla.—¿Otra rosa?—Volteó a ver que en jarrón había otra más.
—Si.—Bárbara suspiró.
—Si que te gusta hacerlo sufrir.
—No empieces.—Bárbara rodó los ojos.
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Mónica por fin se despertó y estaba en la cocina con un vaso de jugo.
—¿Donde estabas ayer?.—Dijo Alex sorprendiéndola.
—Me asustaste, casi boto el jugo.—Se llevó la mano al corazón.
—No cambies el tema, dime.—Su padre tenía el ceño fruncido.
—Con Santos...-Dijo como si nada esperando su reacción.
—¿¡Con Santos?—Gritó.—¿Y haciendo qué?—Preguntó mientras gruñía.
—Lo mismo que hizo Marisela contigo, hablar.—Dijo lentamente.—Sabía perfectamente que si iba yo no que querrías decir.
—Son unas...¿genios?.—Alex estaba impactado, su propia hija lo engañó de esa manera tan brillante.
—Bueno si el señor aquí terminó el interrogatorio...—Alex asintió.—Iré a la habitación de Bárbara.
—De acuerdo, ve.—Alex por fin sonrió.—Te quiero.
DÍAS DESPUÉS:
Bárbara seguía recibiendo las flores de Santos, eso le subía un poco el animo, faltaba un día para la boda y Bárbara estaba despertando con muchas nauseas por el embarazo, Mónica y Marisela la estaban ayudando, Alex estaba un poco indeciso por lo que iba a hacer la amaba pero no sería feliz al ver a Bárbara con un hombre que no ama.
Santos estaba entrando a un estado melancólico, Despertar, beber y dormir ya era una rutina en su vida.

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Santos estaba en el balcón viendo las calles hasta que alguien lo sacó de sus pensamientos, estaban tocando la puerta era Mónica, Santos se sorprendió al verla allí, no la había visto en días.

—Hey.—Sonrió a medias.—¿Qué te trae por aquí?—Mónica entró.
—No te había visto en seis días ya estaba preocupada
—Si, perdón es que no se, no quise salir.—Tomó asiento en frente a ella.
—Cuéntame como andan las cosas en tu cabeza.—Santos suspiró.
—¿Justo ahora?—Mónica asintió.—Ya te había extrañado.
—Soy como tu psicóloga, ahora dime.—Dijo divertida.
—Es tan difícil luchar con su manera de ser ni ella me entiende a mi ni yo la puedo entender.—Gruñó.
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Marisela trataba de que Bárbara le contara como andaba.
—Vamos, Bárbara... Aun estás a tiempo para no casarte. ¿No quieres ser feliz con Santos?
—Lo mío con Santos se acabo hace meses.—Dijo suspirando.
—Bien, cuéntame como van las cosas aquí.—Le señaló el corazón.—Voy a seguir insistiendo.—Le avisó. Bárbara gruñó.
—Estamos andando mal y no es la primera vez con él ya no se vivir tampoco vivir sin él.—Confesó.
—Bien. ¿Eso quiere decir que?—Preguntó ilusionada.
—La boda sigue en pies.
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—Dime algo, Mónica ¿Si hay amores que matan sentimientos que hieren me pregunto porque no se pueden dejar y si te dejan te mueres?
—Porque así es la vida, extraña. Siempre anda cambiando las jugadas, es caprichosa.—Se encogió de hombros.—Es hora de irme.—Dijo después de observar el reloj.
—¿Habrá algo que pueda hacer para evitar que se case?—Preguntó observando a Mónica a punto de salir.
—No dejes que se case.—Dijo mientras salia.
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Marisela dejo dormir a Bárbara, fue a la habitación de Mónica y nadie le atendía cuando se dio por vencida que iba a regresar a su habitación Mónica iba saliendo del elevador.
—Marisela, aquí estoy.-Marisela volteó y la vio.
—¿Donde estabas?
—Con Santos.
Mónica le contó sobre lo que le dijo Santos y Marisela sobre lo que le dijo a Bárbara.
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En la noche Bárbara bajó por la escalera para cenar con Alex quien la esperaba abajo le tomó la mano y la besó, luego la dio un beso en la mejilla a Bárbara, Santos que venía entrando sintió que le hervía la sangre al ver esa escena, Mónica le hizo señas de que no hiciera nada, Bárbara lo miró de reojo y tomo del cuello de la camisa a Alex y le dio un beso muy largo.
Mónica abrió la boca al ver ese beso, Marisela estaba que le daba algo, Santos se dio media vuela y se fue, Bárbara se separó de Alex.
—Perdona, por eso.—Dijo Bárbara apenada.
—No importa, ¿Vamos?.—Alex estaba en otro mundo.
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Santos estaba caminando sin rumbo pensando en ese beso, llegó a su hotel y arregló sus cosas para irse.
Bárbara había hecho su elección y él la respetaría, por primera vez respetaría su felicidad.
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Al día siguiente:
Ya era el día de la boda, Bárbara tenía los nervios de punta, unas estilista habían llegado para arreglarla, antes de ponerse a maquillarse tocaron la puerta, no había nadie solo un gran ramo de rosas y una tarjeta.
''Felicidades por su boda, has ganado.
espero que seas muy feliz.
Santos Luzardo''
Bárbara llevó el ramo a dentro, y fue un momento al balcón y lloro, Marisela fue y la consoló.
—Aun estás a tiempo...
—No, él se fue, estoy segura que se fue.-—Decía entre lagrimas.—Bueno, ya me tengo que dejar de lloriqueo hoy me caso.—Fingió una sonrisa.
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Alex se estaba terminando de arreglar, estaba muy callado, Mónica ya estaba lista.
—Ven déjame y te ayudo con esto.—Se refería a la corbata.
—¿Estoy haciendo lo correcto?.—Mónica se le humedecieron los ojos y asintió.—Hey, no llores hija ¿Qué pasa?
—No, es el rímel que me cayó al ojo estoy bien.—Mintió.
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Alex y Mónica estaban en la iglesia, Alex tenía puesto un traje formal con una camisa de lino blanca y corbata negra.
Mónica llevaba un vestido blanco, al igual que Marisela.
Bárbara aun estaba en el coche esperando, tomó un suspiro y bajo de allí, lucía hermosa.
Alex se le cayó la baba al verla así de hermosa, la boda empezó, cuando llego a la parte de ''Si hay alguien que se oponga a unir a estos dos seres en sagrado matrimonio que hable ahora o callé para siempre''
En ese momento Santos entro a la iglesia y Bárbara sintió que el alma le volvió al cuerpo, Alex estaba un poco aliviado y Mónica y Marisela miraban con la boca abierta.
—Yo me opongo.—Santos estaba al lado de Bárbara mirándola con la boca abierta casi que babeaba.- Bárbara tu no te puedes casar con alguien que no amas, me amas a mi.-Bárbara sintió que todo le daba vuela y cayó inconsciente, Santos la sostuvo antes de que se cayera, estaba horrorizado, asustado la cargó.
—Llévala a mi coche.-Dijo Mónica, Santos la siguió al igual que Marisela y Alex, Marisela se subió al coche con Bárbara, Santos iba a subir con ellas pero Mónica y Marisela se lo impidieron.
—Vete con mi papá.
—¿Qué? No.—Dijeron los dos al mismo tiempo.
—Es una orden..-Marisela por fin hablo, Santos no tuvo mas opción y se fue tras de ellas con Alex.
Al llegar a la clínica Alex la llevo en brazos ya que salió corriendo del coche, la llevaron al consultorio y ahí un medico la iba a revisar, el medico les pidió a los cuatro que esperaran afuera mientras él revisaba a Bárbara; le paso algodón con alcohol a Bárbara para que reaccionara.
—¿Qué me paso?
—Se desmayó en su propia boda, ahora déjeme revisarla para saber que tiene.—Dijo sonriendo.
—Se que tengo.-Bárbara lo interrumpió.—Un embarazo de dos meses, le llaman.
—En ese caso déjeme revisarla para ver que todo este bien.
El doctor la revisó.
—Todo esta perfecto, allá afuera hay cuatros personas, dos hombres y dos señoritas muy preocupadas por usted, ¿Los hago pasar?
—A las señoritas, doctor no le diga a ninguno de los hombres de que estoy embarazada.—Dijo sin pensarlo mucho.
—Está bien, ya las llamo.-El doctor salió a buscar a Marisela y Mónica, Bárbara estaba pensando en lo que pasó y sonrió, las chicas estaban tocando la puerta Mónica llevaba un bolso.
—Pasen.
—Maldición que bueno que estés bien, creo que casi me da un infarto.—Mónica corrió a su lado para abrazarla.
—Lo dice en serio.—Dijo Marisela con los ojos hinchados.—Me alegro que estés bien.—Sonrió.
—Te traje ropa.—Mónica sonrió mientras se lo tendía.
—Gracias.
—Santos y Alex están preocupados...
—Ahora estoy un poco molestas con ellos, ya vuelo.—Se dirijo al baño.
Cuando salio llevaba unos jeans y una camiseta muy fresca, las chicas estaban sentadas esperándola.
—¿Vamos?
—Si.
—¿Mónica, me puedo ir contigo en tu coche?
—Claro, Bárbara yo te traje, yo te llevo, está afuera vamos.
Bárbara salió y vio en la sala de espera a Alex y a Santos que al verla corrieron donde estaba ella, Bárbara siguió caminando sin prestarle atención a ninguno.
Mónica que iba atrás de Bárbara se detuvo a hablar con ellos, al igual que Marisela.
—¿Qué tiene Bárbara? ¿Por qué no nos habla?.-Pregunto Santos un poco exasperado.
—¿En serio vas a preguntar por qué no les habla a ninguno de los dos?No tiene nada solo fue la ''emoción''.—Santos agachó la mirada.
—Me siento como un idiota.
—Yo también.
—¡Son unos idiotas!—Le dijeron Mónica y Marisela a coro.
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Bárbara y las chicas llegaron al hotel, Bárbara aun estaba peinada y maquillada subió y salió de la habitación sin decir a donde iba, Santos y Alex llegaron.
—Quiero pedirte perdón por lo de hoy, es solo que no me perdonaría que Bárbara se casara.—Dijo Santos caminando junto con Alex.
—No tengo nada que perdonar, gracias por hacerlo de hecho.
—Vamos a buscar a Bárbara, pero antes me registraré.
Santos se registró su habitación era la de al lado de Bárbara la cuarenta y ocho.
Alex y el subieron a buscarla.
—¿Donde está Bárbara?
—No esta aquí, salió y no dijo a donde.—Dijo Mónica
—Esperaré a que vuelva, iré a dejar mis cosas.—Santos se retiró, Alex sabía perfectamente donde estaba.
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Alex subió a la terraza y ahí estaba Bárbara.
—Sabía que estabas aquí.—Bárbara no le contestó.—¿Puedo sentarme?—Bárbara se encogió de hombros.—¿Estás enojada conmigo?.—Bárbara negó con la cabeza.—Entonces ¿Por qué no me hablas?
—Por que...—Susurró— Porque si hablo voy a llorar.
—Llora hoy a sido un día muy duro—Alex la abrazó y Bárbara lloró con fuerza.—Santos está muy preocupado por ti ¿Sabes?.—Bárbara se encogió de hombros, ya las lagrimas habían parado.—Claro que te importa, Bárbara ¿Por que no le das una oportunidad? ¿Por qué no te das una oportunidad de ser feliz con el hombre que si amas? Es hora de que dejes de comportarte como una niña caprichosa e ir por el hombre que amas, él está dispuesto a luchar por su amor y es obvio que está arrepentido.—Bárbara lo escuchó y asintió.—¿Por qué asientes?—Bárbara le sonrió.
—Porque voy a intentarlo.
—Eso me parece maravilloso, mi amor.—La abrazó.—Verás como ahora si te toca ser feliz.—La abrazó.
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Bárbara ahora estaba en la playa caminando, se sentó en la arena para pensar mejor lo que haría.
—¿Puedo sentarme?.—Pregunto Santos sorprendiéndola. Bárbara asintió.—¿Del uno al diez que tan enojada estás conmigo?—Preguntó temeroso de su respuesta.
—Cero.—Habló por fin. Santos se sorprendió al saber que no estaba enojada.
—Bárbara, se que no querrás volverme a escuchar, que me dirás canson y todo lo que quieras, pero yo te amo y te suplico que me des una oportunidad para demostrártelo.—Bárbara sonrió y asintió, Santos no entendió—¿Por qué asientes?.—Bárbara lo miró a los ojos y volvió a asentir.—¿Me darás una oportunidad?.—Bárbara ahora rodó los ojos y asintió con mas fuerza, Santos sonrió grandemente y la beso tumbándola a la arena.—¿Si?.—La besó y Bárbara asintió sonriendo—¿Si? —La beso y Bárbara volvió a asentir— Dilo ¿si?
—Si.-Lo besó con mucho amor los dos en la arena Santos arriba de ella, Santos la cargo y se acerco al mar.—No te atrevas.—Santos asintió sonriendo.—No, Santos.—Santos la calló con un beso y cuando se dieron cuenta ya estaban mojados, Santos soltó a Bárbara y ella le dio un golpe en el brazo.
—Aush, ¿Y eso por que fue?
—Te dije que no me mojaras.—Le salpico un poco de agua.—Eso fue por hacerme sufrir.—Le salpicó también un poco de agua, Bárbara y Santos empezaron una guerra de agua entre risas.—Ya salgamos, mucha agua—Bárbara salió y Santos le agarro de la cintura y la beso.
—Te amo.—Dijo Santos sin soltarla.
—Yo más.-Le dio un corto beso.
—No yo más.—Bárbara se acercó a él para besarlo pero se alejó y salió corriendo, Santos salió tras de ella, Santos la agarró y la tiro suavemente a la arena y le empezó hacer cosquillas.
—Esto es por hacerme corre y dejarme con ganas de tus labios.—Bárbara estaba riendo fuertemente por las cosquillas.
—Ya, ya, Santos.—Decía entre risas, Santos se detuvo y la miro fijamente.—¿Qué?
—Te amo mucho, mi fiera.
—Yo también.—Le dio un corto beso.—Ahora señor Luzardo necesito irme a mi habitación
—Esta bien, yo la acompaño.—Dijo un poco triste.
Ambos llegaron a la habitación de Bárbara entre risas.
—Mojamos todo el piso.-Dijo Bárbara parando un poco la risa. Bárbara abrió la puerta y suspiró.—Hasta mañana, doctor Luzardo.
—Hasta mañana, doña.—Sonrió.
Bárbara cerró la puerta y se dejó caer en la puerta sonriendo como tonta, salió otra vez y le tocó la puerta a Santos quien abrió de inmediato con una sonrisa igual de grande.
—Doctorcito Luzardo, creo que se le olvido algo.—Dijo haciendo puchero.
—¿El qué?—Sonrió al verla morder su labio.
—Mi beso de buenas noches.—Santos sonrió picaramente, la tomó de la cintura.
—Eso lo podemos arreglar.—La beso intensamente haciéndola pasar.

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